martes, 3 de noviembre de 2015

Camino fluvial del Guadiana: La Zarza-Embalse de Montijo


La ruta elegida es un recorrido por los caminos fluviales del río Guadiana. Tiene una longitud aproximada de 27 km que transcurren casi paralelamente al río Guadiana y en menor medida al Matachel, tributario por la margen izquierda del primero. Parte desde la localidad de La Zarza, atraviesa Mérida y llega hasta el embalse de Montijo. Es una ruta con una dificultad muy baja, que se puede hacer en bicicleta o andando, aunque es recomendable si lo hacemos a pié dividirla en dos partes para poder disfrutarla plenamente.
El comienzo de la ruta está en las afueras de La Zarza. Al poco de comenzarla, y tras atravesar la carretera EX-105, llegamos al río Matachel. Este río es uno de los afluentes más importantes del río Guadiana. A lo largo de las orillas podemos observar abundante vegetación, formada por fresnedas acompañadas de sauces, atarfes y adelfas. En estas zonas es fácil observar aves ligadas a los sotos ribereños, como la Oropéndola (Oriolus oriolus), el Ruiseñor común (Luscinia megarhynchos), o la Curruca capirotada (Sylvia atricapilla). El camino discurre a lo largo del Matachel hasta su desembocadura en el río Guadiana, atravesándolo hasta en tres puntos. A partir de aquí recorreremos la margen izquierda del río en su camino hasta la ciudad de Mérida. La abundante vegetación de las orillas es refugio de especies como el Meloncillo (Herpestes ichneumon), única mangosta con distribución europea . Las aves son muy abundantes, destacando las ardeidas como el Martinete (Nycticorax nycticorax), la Garceta común (Egretta garzetta) y el Avetorillo (Ixobrynchus minutus). Hay multitud de especies de paseriformes, como el Ruiseñor bastardo (Cettia cetti), el Carricero común (Acrocephalus scirpaceus), el Zarcero común (Hippolais polliglota), etc. En algunos taludes cercanos a la ruta nidifican los abejarucos (Merops apiaster) y los aviones zapadores (Riparia riparia).
En el kilómetro 7 de la ruta llegamos a la “Fábrica de la Luz”, un antiguo molino reconvertido en centro de interpretación “El Berrocal”, gestionado por la Confederación Hidrográfica del Guadiana. Desde el puente que hay junto al molino es fácil observar especies tan llamativas como el Pájaro moscón (Remiz pendulinus), que construye su curioso y bello nido colgante en los sauces cercanos.
Al llegar a Mérida atravesamos por debajo el puente Fernández Casado, que tiene una colonia de Vencejo real (Tachymarptis melba). En las islas que hay en el río hay una numerosa colonia de garcillas bueyeras (Bubulcus ibis) con varios centenares de nidos. Además crían varias parejas de martinetes y garcetas comunes.
Unos centenares de metros aguas abajo encontramos el puente romano de Mérida, uno de los más largos de todo el imperio romano y auténtica joya arquitectónica del conjunto monumental de Mérida. Es un lugar privilegiado para ver aves, como es el caso del Calamón (Porphyryo porphyryo). Esta especie apareció a finales de la década de los noventa en la zona y se ha asentado como nidificante en las masas de eneas. Es bastante habitual verle soleándose o alimentándose de tallos de enea junto a los arcos del puente.
Una vez dejemos atrás Mérida, el camino discurre siempre paralelo a la orilla del río por la margen izquierda, ya en el embalse de Montijo, declarado zona ZEPA. Desde aquí podemos observar algunos antiguos molinos que había a lo largo del río.
 A corta distancia río abajo del albergue municipal, hay una isla central en el embalse que acoge una importantísima colonia de aves. Aquí cría la Espátula (Platalea leucorodia), en uno de los pocos enclaves donde cría de toda Extremadura. Desde hace un año también lo hace el Morito (Plegadis falcinelus), única especie de íbis que cría en la península y que en Extremadura sólo nidifica actualmente en esta ubicación y en Badajoz. Es también una zona importante de nidificación de la Garza imperial (Ardea purpurea), con más de 20 parejas. La Garcilla cangrejera (Ardeola ralloides), catalogada como en peligro de extinción cuenta en esta zona con varias parejas reproductoras.
Al llegar a la presa de Montijo tenemos una buena panorámica del embalse. Es un pequeño embalse que retiene las aguas para el regadío, por lo que en ocasiones durante el invierno está bastante seco. Desde este lugar se  ve la desembocadura del río Aljucén, en una de las mejores zonas para ver aves acuáticas de toda la provincia de Badajoz. Es uno de los pocos lugares de Extremadura en donde podemos observar al raro Carricerín real (Acrocephalus melanopogon), pequeño pájaro que es muy escaso en la Península ibérica y la mayor parte de su área de distribución está en el este peninsular. Durante el invierno acoge a buenas poblaciones de Escribano palustre (Emberiza schoeniclus), Pechiazul (Luscinia svecica) y es frecuente ver durante los pasos al Águila pescadora (Pandion haliaetus).
Además hay una escala para peces en la que se suelen concentrar aves que se alimentan de bogas, carpas, barbos, etc. que intentan remontar el obstáculo que les supone la presa. Un visitante asiduo a esta zona es el Martín pescador (Alcedo atthis), una de las aves más llamativas y bellas por su plumaje turquesa y naranja que pesca desde la perchas que le ofrecen las cañas y carrizos que hay junto a la orilla.
Aguas abajo de la presa se concentran en invierno gran cantidad de cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo), que tras la pesca suelen posarse en grandes rocas a secar su plumaje extendiendo las alas. En ocasiones se han llegado a contar más de doscientos ejemplares. En este mismo lugar, durante los meses invernales, es fácil ver a plena luz del día a la Nutria (Lutra lutra), que por esas fechas anda con sus escarceos nupciales.

La ruta finaliza a unos centenares de metros aguas debajo de la presa, justo cuando empiezan los cultivos que hay junto a la carretera.










martes, 18 de noviembre de 2014

El Puente Romano de Mérida y los vencejos reales

El Puente Romano de Mérida y los vencejos reales

El Puente romano de Mérida es uno de los monumentos más representativos y bellos de Mérida, antigua Emerita Augusta. Fundada en el año 25 A. C. por el legado Publio Carisio por orden del emperador Octavio Augusto para asentar a los soldados eméritos de las legiones X y V que combatieron en las guerras cántabras, se convirtió en la capital de la Lusitania y una de las ciudades más importantes del imperio romano. Se constituyó en un importante nudo de comunicaciones debido a la posibilidad de atravesar el río Anas (Guadiana), gracias al puente que se construyó al mismo tiempo que la ciudad.
El puente mide más de 790 m, con 60 arcos y unos 12 m de altura. En su construcción original constaba de dos arquerías separadas por un tajamar que servía para apaciguar la corriente del río. Este tajamar fue destruido por una gran riada y en el siglo XVII fue sustituido por cinco arcos que unieron en una sola arquería todo el puente. Además, ha sufrido remodelaciones desde tiempos de los visigodos debido a los desperfectos ocasionados por batallas o grandes avenidas de agua
Actualmente se asienta sobre la cola del embalse de Montijo y divide la barriada de Nueva Ciudad del resto de la ciudad, situada en la margen derecha. En esta privilegiada situación, incluida en la Zepa del Embalse de Montijo, da refugio a una variada fauna, con más de 170 especies de aves observadas. La presencia de varias islas con abundante vegetación junto al puente lo convierte en un privilegiado mirador desde el que se pueden observar cómodamente las evoluciones de las nutrias (Lutra lutra) mientras pescan a última hora de la tarde o cómo se alimentan de eneas con sus enormes pies los calamones (Porphirio porphirio). Es también una buena atalaya para, durante los meses estivales, observar el continuo trasiego de varias especies de garzas camino de las garceras situadas a pocos cientos de metros aguas arriba.
Pero quizá las especies que más llaman la atención al turista que visita el formidable monumento son los vencejos, en especial el Vencejo real (Tachymarptis melba). Cuenta esta especie con varias decenas de parejas nidificantes, sobre todo en los huecos y grietas de los sillares de los arcos que están sobre el agua.
Se trata del mayor de los vencejos ibéricos, con más de 20 cm de longitud y una envergadura de 57 cm. Su silueta en vuelo es característica, común a otras especies de vencejos, con forma de ballesta y la cola con una ligera horquilla. Es de color pardo claro, con dos características marcas blancas en el mentón y el vientre, separados por un collar pardo. No existe dimorfismo sexual.
Se alimentan de insectos voladores que capturan volando con el pico abierto como si fuese un cazamariposas.
Es una especie migradora, que llega a finales de febrero y primeros de marzo de sus cuarteles de invernada en África ecuatorial y permanece en la zona hasta finales de Octubre. Su número fluctúa de un año a otro y crían además en otros puentes cercanos, como el Fernández Casado o el de la Autovía A-5. Por lo general vive ligado a los cantiles de las montañas y sierras, aunque en determinadas zonas elige las construcciones humanas para asentar sus colonias de cría. En el muro del cercano embalse de Alange se asienta una colonia que supera los dos centenares de parejas incluso en algunos años se acerca a unas trescientas parejas nidificantes.
El nido es una argamasa de pelusas, plumas, telas de araña, etc que atrapa en el aire y que compacta con su espesa saliva, que al contacto con el aire se endurece y forma una pasta con la que construye un pequeño cuenco en el que pone 2-3 huevos de color blanco que incuba durante 20-21 días. Los pollos permanecen en el nido algo menos de dos meses.
 Los ruidosos “corros” que forma esta especie a última hora de la tarde, con persecuciones a gran velocidad de decenas de individuos a baja altura, son espectaculares y en desde cualquier punto del Puente romano es posible observarlas. Estos “corros” comienzan a formarse al caer la tarde. Las aves se comienzan a concentrar a bastante altura sobre el puente y poco a poco van bajando hasta el punto de pasar a menos de dos metros de altura sobre el pretil del puente, por lo que el espectáculo de ver pasar a corta distancia más de veinte vencejos gritando a más de 150 km/h es increíble.
Así, el Puente romano de Mérida aúna el poder disfrutar del impresionante legado del glorioso pasado romano de la ciudad con la posibilidad de observar una de las aves más veloces de todas las que surcan los cielos extremeños.












lunes, 19 de mayo de 2014

Pajareando por la Zepa del Embalse de Montijo

Salir a observar pájaros en las orillas del Guadiana a su paso por Mérida es una toda una experiencia. El poder disfrutar de contemplar monumentos como el Puente Romano o el Alcazaba Árabe mientras es posible observar más de cien especies de aves a lo largo del año y prácticamente dentro del casco urbano de la ciudad. Esta zona pertenece a la ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves)  del Embalse de Montijo, lo que le confiere un carácter singular a este área. Y es que las zonas protegidas siempre las asociamos a lugares remotos en los que la presencia del hombre es casi anecdótica. Aquí, como en otras ZEPAS urbanas extremeñas ocurre todo lo contrario:  las aves comparten espacio con la gente mientras pasea, hace deporte o disfruta de las vistas de los monumentos.
Uno de los paseos más recomendados es recorrer tranquilamente el Puente Romano. Desde aquí, durante los meses estivales es todo un espectáculo el ver las evoluciones de los vencejos comunes, pálidos y sobre todo reales a primeras horas de la mañana y a últimas de la tarde. Se pueden contabilizar decenas de vencejos en los ruidosos "corros"  que sobrevuelan a velocidades de vértigo a pocos metros de los viandantes.
También el trasiego de las garcillas bueyeras, garcetas comunes y martinetes que crían en las islas próximas. O durante el invierno la entrada de los cormoranes grandes a los dormideros situado en los eucaliptos más altos de dichas islas.
A lo largo de las orillas del río es posible ver aves que hasta no hace mucho tiempo eran auténticas rarezas y que en la mayor parte de España y sobre todo Europa lo siguen siendo. Es el caso del Calamón, que ha ido colonizando desde finales de los noventa los espadañales que orlan las orillas del río, y de la Garcilla cangrejera, que suele verse pescar en cualquier rincón tranquilo. También la elegante Garza imperial suele pescar en la zona y sobre todo la observaremos volando siguiendo el curso del río. Desde hace unos años también cría la Espátula, elegante zancuda que sitúa sus nidos en medio de las colonias de ardeidas de algunas islas del río. El Morito es la única especie de ibis que se observa en Extremadura y no es raro verlo en los dormideros de garzas o pescar en las orillas del río como ocurre con la Garceta grande, que desde hace unos años ha pasado de ser una especie muy rara a un visitante habitual durante los pasos migratorios.
En las zonas de vegetación más densa es posible descubrir algunas especies más esquivas, muchas de ellas invernantes o en paso,  como la Polluela pintoja, el Carricerín común,  el Pechiazul incluso el Bigotudo. En estas mismas zonas crían especies fácilmente localizables por su canto, como el Ruiseñor bastardo o el Carricero tordal.
Además de los paseos a pié, existen rutas a lo largo de las orillas que podemos hacer en bicicleta y que nos conducen a lo largo del río hasta la desembocadura del Aljucén aguas abajo y el embalse de Alange aguas arriba.Un paseo muy recomendable por la abundante fauna que podemos observar en las fresnedas que hay a lo largo del camino, que proporcionan refugio a multitud de aves.










Festival de las Aves de Cáceres

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Fotografiando grullas en la dehesa







Aunque he fotografiado grullas en diversos paisajes (arrozales, maizales, llanos, incluso en olivares), las fotos con las que mejor quedan las grullas a mi modo de ver es en las dehesas. En este tipo de paisaje el entorno "viste" a los sujetos, los enmarca en un hábitat tradicional de esta especie, enseñoreándolas entre las encinas con esa elegancia que todos conocemos.  Además, es una imagen que asocio siempre a los inviernos extremeños. He subido una foto de una grulla en un arrozal ya cosechado y algunas de grullas en la dehesa y os dejo a vuestra elección cual os gusta más.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Retratos







Hace bastante tiempo que no subo ninguna foto a mi blog. La falta de tiempo por el pequeñuelo, el trabajo y una cierta reticencia a subir fotos me ha llevado a estar varios meses sin subir fotos. Lo de la reticencia a subir fotos ya contaré otro día el motivo. 
Subo algunos retratos de este verano con el hidrohide. Todo un descubrimiento con el que he engordado el archivo con varios miles de fotos. He elegido algunas de las especies que mejores momentos me han regalado.

sábado, 18 de mayo de 2013

Zepa del Embalse de Montijo. Tramo urbano del río Guadiana en Mérida











La Zepa del embalse de Montijo está situada en el embalse del mismo nombre, que retiene las aguas del Guadiana y el Aljucén varios kilómetros aguas abajo de la ciudad de Mérida y cuya cola se extiende hasta el tramo urbano del río a su paso por la ciudad.
Esta extensión de agua remansada favorece la existencia de masas de eneas y carrizo, que unidas a las pequeñas islas con vegetación riparia hacen de esta zona una de las más importantes para las aves acuáticas de toda Extremadura. Desde el año 86 llevo un registro de las especies observadas en este tramo del río y actualmente tengo citas de casi 200 especies de aves, algunas tan escasas en Extremadura como la Polluela pintoja (Porzana porzana), la Garcilla cangrejera (Ardeola ralloides), el Calamón (Porphyrio porphyrio), el Morito (Plegadis falcinelus), el Bigotudo (Panurus biarmicus), etc.
Uno de los lugares privilegiados para observar aves es el milenario puente Romano, una maravilla de la ingeniería desde donde es habitual poder ver los carruseles de vencejos de tres especies: común, pálido y real. Es todo un espectáculo durante las últimas horas del día ver a decenas de vencejos persiguiéndose a gran velocidad a pocos metros de los viandantes que cruzan el puente. También desde aquí se puede ver el trasiego de las garcillas bueyeras (Bubulcus ibis), martinetes (Nycticorax nycticorax) y garcetas comunes (Egretta garzetta) hasta las “garceras” situadas junto al puente Fernández Casado. En estas “garceras”, durante los meses primaverales, se puede observar fácilmente cómo incuban los huevos y alimentan a los pollos.
En las masas de eneas que orlan las orillas es posible observar a los calamones, gallinetas (Gallinula chloropus), avetorillos (Ixobrynchus minutus), carriceros tordales (Acrocephalus arundinaceus), ruiseñores bastardos (Cettia cetti), etc. Durante el invierno, estas zonas con eneas (Typha latifolia) acogen a una población invernante de Pechiazul (Luscinia svecica).
También la orillas del río sirven en ocasiones como cazadero al Cernícalo primilla (Falco naumanni), pequeña rapaz urbana que ha visto mermar su población en la ciudad de Mérida drásticamente en los últimos 20 años. Otra rapaz que frecuenta la zona y que cría aguas abajo es el Aguilucho lagunero (Circus aeruginosus). 
Con estas líneas os invito a visitar esta Zepa, todo un regalo para ornitólogos y amantes de la naturaleza, en la que se puede disfrutar por un ameno paseo por monumentos romanos a la vez que observamos la rica fauna que habita en la zona.